Emular a Chopin o Mozart es algo que todo el mundo, en algún momento, ha querido hacer. A pesar de los años de conservatorio, de las horas y horas de práctica y de la mejor o peor destreza de cada uno, no todos lo consiguen y lo que, a priori, debería ser un auténtico regalo para los oídos, se convierte en un ruido espantoso que destruye cualquier obra maestra.
La solución es Whaletone, un piano digital con un procesador a bordo que permite tocar el instrumento al igual que cualquier otro piano clásico de cola o hacer ver que se toca, puesto que puede reproducir e imitar las interpretaciones de los artistas preferidos de cada cual, previo descarga de la web, y el piano se encargará de mover las teclas por sí solo. Pero, además, tiene un diseño único cuya silueta recuerda a la de una ballena surgiendo del mar.
Whaletone permite elegir entre un sonido de piano acústico o seleccionar entre más de 500 opciones diferentes. Utiliza la tecnología SuperNATURAL, patentada por Roland, que genera una versión auténtica de un piano de cuerda e imita el martilleo de un piano clásico según la presión ejercida sobre la tecla.
El Whalestone dispone de tres tipos de sonidos –concierto, estudio y brillante-, cada uno de los cuales tiene a su vez treinta variaciones. A ellas hay que sumar diez sonidos de pianos electrónicos, con quince variaciones más. Además, permite recrear los perfiles acústicos de pianos vintage de la década de los sesenta, setenta y ochenta. Un sinfín de posibilidades en una pieza única y elegante, que tiene la forma de un auténtico piano de cola, cuya parte superior se levanta mecánicamente al pulsar un botón y, bajo la cual se esconde los amplificadores de alta gama que proyectan el sonido por toda la sala.
Existen dos versiones del piano digital: el Whalestone Royal, que es el modelo más grande, y el Grand Hibrid, una versión más reducida y con alguna tecnología añadida. Cada uno de ellos está fabricado a mano, por lo que el cliente puede personalizarlo según sus gusto, pudiendo elegir entre una amplia paleta de colores, materiales, adornos y, por supuesto, configurarlo según la posición y la amplitud del entorno. Es tal la exclusividad que todos ellos están numerados y llevan una placa con el nombre grabado del propietario.
Si se consigue un nivel óptimo, Whalestone permite grabar, para luego reproducir, las propias composiciones del avezado pianista. Pero si los logros no son los deseados, siempre está la opción de conectar unos auriculares y ser la única persona que lo escucha hasta conseguir ser un auténtico maestro al piano.
© Imágenes Whalestone
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