Muchas son las ventajas que argumenta tener los que eligen los cruceros para realizar sus vacaciones. La experiencia de conocer más de un destino en pocos días, la comodidad de no tener que llevar arriba y abajo las maletas, la oferta de actividades de día y de noche y, en especial, el despertarse cada día en un nuevo puerto sin haberse enterado del trayecto son algunos de los aspectos que miles de cruceristas tienen en cuenta cada año para elegir este tipo de viaje. Si a ello se añade el poder hacerlo en el crucero más lujoso del mundo, esta opción de transporte deja de plantear cualquier duda.
Se trata del Seven Seas Explorer de la compañía norteamericana Regent Seven Seas Cruises, que fue inaugurado en Mónaco el pasado mes de julio y que ya ha recalado en varios puertos españoles en sus viajes por el Mediterráneo.
Su lujo está en sus servicios y en la poca aglomeración de pasajeros en sus amplias instalaciones. Tiene capacidad para 750 pasajeros que disfrutan de su estancia gracias a 552 tripulantes a su servicio. Cuenta con espaciosas cubiertas y todos los camarotes son suites con balcón privado.
Su decoración no resulta muy ostentosa, a pesar de haber utilizado 4.200 metros cuadrados de mármol. Como no podía faltar en todo gran crucero, una gran escalinata preside su entrada y da la bienvenida a sus huéspedes. Sus anchos pasillos están repletos de fotografías antiguas, hay 2.200 obras de arte distribuidas por todo el barco y 472 lámparas de araña decoran sus techos. El exterior resulta más moderno con hamacas de diseño y suelos de teca.
Una biblioteca, con chimenea y una gran oferta de lectura, cinco restaurantes y un spa de 4.500 metros cuadrados con una piscina infinita son otras de las instalaciones de las que poder disfrutar.
Sin embargo, lo que hace al Seven Seas Explorer especial es su suite principal que ocupa 380 metros cuadrados, con dos terrazas privadas, salón, comedor, dos dormitorios y un spa para uso exclusivo de sus ocupantes. Dos litografías de Picasso presiden la entrada de esta estancia, decorada en blanco y negro con cierto estilo neoyorquino, y que tiene ventanales de suelo a techo para no perder detalle de las vistas. Dispone de un servicio de mayordomo, un entrenador personal y derecho a tratamientos ilimitados en el spa, así como de un servicio que organiza visitas privadas en cada uno de los puertos en las que atraca el crucero.
Con todas estas comodidades y este lujo será difícil decir que no a la experiencia de hacer un crucero.
© Imágenes Seven Seas Explorer
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