¿Cómo funciona vuestra empresa?
Somos un family office que tenemos diferentes inversiones en compañías cotizadas y no cotizadas. En el caso de SARM tiene su propia línea de negocio que se centra en dos patas. Por un lado el alquiler de villas y apartamentos de lujo en Ibiza, Pirineos catalanes, Barcelona y Madrid y, por otro lado, la organización de eventos profesionales en villas que son de nuestra propiedad.
¿Qué diferencia vuestra empresa del resto del sector?
Además de que tenemos un producto de altísima calidad que tiene de las mejores localizaciones, el factor diferencial es el nivel de servicio que damos, los servicios que damos y cómo los damos. Las propiedades han de cumplir con los parámetros del lujo y el servicio ha de ser inmejorable. Ofrecemos staff las 24 horas, alquiler de barcos y coches, reservas de restaurantes y, en general, seguimiento de todas las necesidades del cliente durante su estancia. La diferencia con la competencia es que no alquilamos de semana a semana, sino que lo hacemos a partir de dos noches.
¿Qué es para vosotros el lujo?
El lujo tiene que ser poco accesible y no sólo en términos económicos. El lujo está en los detalles y esos detalles han de tener unos parámetros de máxima calidad.
¿Qué es lo que tiene vuestro servicio que lo hace de lujo?
Nos volcamos en los detalles y nos hemos esforzado en estar siempre en esa cuota de mercado, en ese nicho que busca el servicio de calidad frente a la cantidad, diferenciándonos de la competencia. Preferimos descartar un mayor volumen de negocio, pero con una calidad con unos precios que la justifican. La calidad está en nuestro ADN.
¿Cómo os ha afectado el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis?
Llevamos sólo tres años a nivel profesional en este negocio del alquiler de las villas de lujo y la crisis, como a todo el mundo, nos ha afectado, pero en el mercado en el que operamos se ha notado menos. Empezamos con este proyecto en plena crisis porque, cuando yo dejé mi último trabajo, decidí darle un empujón a una idea que ya estaba en la mente de mi familia. Coincidió en el tiempo con la crisis, pero fue circunstancial.
¿Cómo veis el futuro del negocio?
Vemos un futuro prometedor. El gran reto que tenemos es que el crecimiento que vayamos a tener no afecte a la calidad del servicio exclusivo que ofrecemos, pero estoy seguro que no lo hará. Antes de perder calidad de producto sacrificaremos volumen de negocio. SARM va bien e incluso nos hemos podido permitir el lujo de escoger a nuestros clientes, llegando a rechazar grandes contratos porque el cliente no cumplía con nuestro perfil.
¿Hacia qué zona ampliaríais vuestro parque de villas y casas de lujo?
Siempre me ha llamado mucho la atención la Costa Brava. Quizás no tiene la demanda del tipo de cliente que va a la isla de Ibiza o va a jugar a golf a la Cerdanya, pero nos gusta muchísimo. Hay casas preciosas, pero los precios no son los mismos, no hay tanto cliente internacional… pero está ahí. Y fuera de España, Saint Tropez o Cerdeña es muy interesante, porque muchos de nuestros colaboradores más importantes son norteamericanos y para ellos Europa es un país, es decir, un operador de Barcelona puede trabajar en Alemania como un operador neoyorquino puede hacerlo el Texas.
¿Cómo es vuestro cliente?
El 40 % de nuestros clientes son norteamericanos, pero también tenemos británicos, del norte de Europa (Alemania, Holanda, Bélgica, Suiza) y algún sudamericano (Argentina, México). Hay poco ruso porque no buscan un producto tan exclusivo como el nuestro y además, se ha notado mucho la crisis que están viviendo. Todos tienen sus peculiaridades, pero son buenos clientes. A nivel nacional, los clientes son más de la vertiente de eventos profesionales. Tenemos grandes firmas, empresas importantes, despachos de abogados… que realizan reuniones directivas, reuniones ejecutivas o algún acto concreto en nuestras propiedades.
¿Cómo es la casa ideal para SARM?
La casa ha de cumplir una serie de parámetros muy importantes para nosotros. La localización y las vistas son muy importantes, aunque no siempre van de la mano. Una buena localización puede tener malas vistas y al revés, pero detrás de ello ha de haber siempre un producto Premium, ha de estar en perfecto estado y ha de ser de calidad. Estamos hablando de las mejores propiedades del país.
¿Qué prefieres: mar o montaña?
La gente normalmente dice mar en verano y montaña en invierno, pero yo no me atrevo a decir eso. A mí me encanta estar en Ibiza en invierno o en la Cerdanya en verano. Es difícil decantarse por uno. Quizás por los recuerdos de mi infancia me quedo con la montaña, pero que no me quiten el mar.
Un lugar para pasar unas buenas vacaciones…
Ibiza y la Cerdanya, sin duda. No hace falta salir de España. Lo tenemos todo en este país y, además, se come bien.
¿Cuál ha sido el último país que has visitado? ¿Por qué?
Estuve para fin de año en Boston (Estados Unidos). Fui unos días antes por trabajo porque tenemos mucho colaborador norteamericano y siempre es importante tener una relación cara a cara. También aproveché para visitar a un familiar que vive en esta ciudad.
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