Paseando por algunas ciudades europeas, es fácil encontrar antiguas galerías comerciales que actualmente albergan tiendas de grandes firmas, cafeterías y restaurantes. Son las antecesoras de los actuales centros comerciales y fueron construidas a principios del siglo XIX con el objetivo de dar a las ciudades un espacio donde las clases privilegiadas pudiesen pasear, dejarse ver y realizar compras sin preocuparse por las inclemencias del tiempo o de ensuciarse sus preciosos vestidos por el barro de las calles sin asfaltar.
Su expansión coincidió con la Belle Époque y su evolución está ligada a la capacidad de consumo de los hogares. Están construidas principalmente con hierro y cristal, con elegantes elementos decorativos en madera y llamativos suelos de mosaico.
La ciudad que más galerías o arcades poseen no podía ser otra que París. Considerada la capital de la moda, del lujo y el glamour, en la ciudad del Sena hay una docena de estas galerías. El Passage Colbert, adornado con columnas de mármol y con una cúpula de 15 metros de diámetro, la Galerie Vivienne, una de las más lujosas, o el Passage des Panoramas, considero uno de los más antiguos del mundo, son algunos ejemplos.
Pero, sin duda, la que viene a la mente cuando pensamos en este tipo de galerías comerciales es la Vittorio Emmanuele de Milán. Situada entre la plaza del Duomo y la de la Scala, en su interior se encuentran firmas como Prada, Gucci o Louis Vuitton y restaurantes emblemáticos de la ciudad. El edificio está construido con dos arcadas perpendiculares cubiertas por una bóveda de cristal y metal que se unen en la parte central, donde hay un mosaico que representa los continentes de Asia, África, América y Europa. Conocidas como el “salón de Milán” son una visita obligada al conocer esta ciudad.
Bruselas también tiene su galería comercial que actualmente constituye un importante centro comercial de lujo de la ciudad, la Galerie Saint-Hubert. Sin embargo, durante mucho tiempo fue el centro literario donde encontrar escritores de la talla de Alejandro Dumas o Víctor Hugo en el Café del Renacimiento, sede del Círculo Artístico y Literario.
Y en Londres se encuentra Burlington Arcade, donde sigue realizando sus compras la élite londinense. Sus vigilantes, los Beadles, visten con la tradicional librea eduardiana con levita y sombrero de copa, reminiscencias de un pasado que sigue inalterable en el tiempo.
Por Europa hay esparcidas muchas más de estas galerías. Algunas son tan pequeñas que pasan desapercibidas, otras están eclipsadas por otras más famosas de la ciudad. Sin embargo, todas ellas siguen realizando la función por la que fueron creadas. Siguen albergando cafeterías, restaurantes y tiendas de lujo para poder pasear, dejarse ver o realizar comprar como hacían los antepasados.
© Imágenes Galerie Vivienne de París; Imágenes Passage Colbert de París; Imágenes Galería Vittorio Emmanuele de Milán; Imágenes Burlington Arcade de Londres; Imágenes Galerie Saint-Hubert de Bruselas
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