El rápido crecimiento económico de algunas ciudades ayuda a la proliferación de edificios de diseño llamativo, incluso extravagante. No es nada nuevo. El auge de Nueva York proporcionó edificios como el Chrysler o el Empire State que, a pesar de no ser entendidos en su momento, se han convertido en todo un símbolo de la ciudad. Igual ocurre en ciudades como Dubái, Abu Dhabi o Singapur, donde edificio, a priori, imposibles arquitectónicamente, forman parte de su skyline.
Uno de los últimos en incorporarse a esta lista de edificios extravagantes es el Liebian Building, un rascacielos de 121 metros de altura, cuya característica especial es que cuenta con una cascada artificial de 108 metros de altura en una de sus fachadas.
Su cascada artificial está considera una de las más altas del mundo y es toda una obra de ingeniería. Para su funcionamiento se instaló un tanque de grandes dimensiones en la parte inferior del rascacielos que, gracias a cuatro bombas eléctricas, elevan el agua hasta la cima de la cascada. Un agua que proviene de agua reciclada, agua subterránea recolectada en tanques gigantes y recogida de lluvia.
Liebian International Plaza, cuyo diseño ha sido inspirado como homenaje a la naturaleza frondosa de la región en la que se encuentra, alberga en su interior un centro comercial, oficinas y un hotel de lujo.
El edificio, situado en Guiyang en el sudoeste de China, es muy llamativo y espectacular, pero su construcción le ha otorgado tantos admiradores como detractores.
Y es que no hay duda de que es un edificio con un diseño único, pero tiene un gran inconveniente: el alto coste eléctrico cada vez que se pone en marcha su espectacular cascada. Por ello, no estará operativa todos los días. Tan sólo funcionará en días festivos y durante 10 ó 20 minutos cada hora.
© Imágenes Liebian Building
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