Un paseo de noche por una ciudad y, de repente, en un parque, en una plaza pública, en cualquier lugar emblemático de la localidad, encontrarse con miles de personas vestidas de blanco, cenando en mesas decoradas también en tonos blancos. Puede parecer surrealista, pero se trata de Le Diner en Blanc, una celebración clandestina que lleva celebrándose desde hace más de 25 años en diferentes ciudades del mundo.
Su consigna es disfrutar de una noche única, irrepetible y siempre diferente. Los participantes deben ir vestidos de blanco y llevar consigo la mesa, las sillas y todos los utensilios necesarios para disfrutar de una estupenda cena que pueden encargar o traerse de su casa. Eso sí, todo debe ser blanco y nada desechable. Manteles y servilletas blancas, copas de cristal y cubiertos de metal. Sólo está permitida agua, vino y champagne.
El lugar donde se celebrará es secreto, sólo se desvela horas antes dada la clandestinidad y la ocupación del espacio público. Para participar es necesario recibir una invitación de alguno de los miembros de la organización o apuntarse en una lista de espera. Se paga una cuota anual y un tanto por cena para sufragar los gastos de organización, iluminación y música en directo.
Esta original idea surgió en 1988 cuando François Pasquier regresaba a París tras pasar varios años en el extranjero. Quería reencontrarse con sus amistades y decidió hacerlo de una forma diferente. Quedó con ellos en Bois de Boulogne y todos debían ir vestidos de blanco para reconocerse. Fue tal el éxito que decidió repetirse cada año desde entonces.
La idea de Le Diner en Blanc se extendió a otras ciudades y actualmente hay cerca de 40 en todo el mundo que celebran esta fiesta. En 2012 se creó una organización internacional para coordinarlo a nivel mundial y que pudieran participar todas las ciudades del mundo que lo desearan.
Es todo un éxito. En la última edición celebrada en París fueron cerca de 18.000 personas y, en Nueva York, existe una lista de espera para poder asistir de 30.000 personas.
Dadas las características del evento, todo está hecho con clase y distinción, por tanto, no está permitido llevarse bocadillos. La cena ha de estar a la altura del evento y es fácil encontrar patés, sushi, vichyssoise, jabugo, escalibada y otras delicateses.
En Barcelona se celebró por primera vez en 2012, en el Parc Joan Miró. En esa ocasión el encargado del cátering fue Carles Abellán, regente de Tapas 24 y Comerç 24 y encargado de la cocina de Bravo, el restaurante del Hotel W.
© Imágenes Le Diner en Blanc
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