Viajar para descubrir nuevos lugares o escapar de la rutina siempre es una experiencia de lo más apetecible y enriquecedora. Pero hacerlo supone, en cierta medida, abandonar las comodidades del hogar, renunciar a espacios abiertos durante el trayecto y dejar de lado a amistades e invitados. En definitiva, alejarse de un lugar familiar por bastante tiempo puede hacer que lleguemos a añorar nuestra vivienda, porque ¿quién no ha soñado alguna vez en poder llevarse de viaje su casa entera?
Precisamente, la compañía americana de aviación Kestrel Aviation Management ha rediseñado el modelo de avión comercial Boeing 787 Dreamliner hasta convertirlo en una auténtica casa de lujo volante. Pese a que ya se han convertido en el pasado otras aeronaves 787 de pasajeros a jets privados, este Dreamliner es el primero en ser específicamente construido como un Boeing Business Jet, y vistas sus maravillosas características, no es de extrañar que lo apoden Dreamjet (es decir, “jet de ensueño”).
Este rediseñado modelo de avión ofrece una experiencia de vuelo totalmente distinta a la que se experimenta en cualquier otro Boeing típico, y esto ya se percibe al primer contacto visual con su interior. Co-desarrollado por los diseñadores especialistas en yates y aeronaves de Pierrejean Design y Greenpoint Technologies, este Dreamliner pretende ser nada menos que un santuario para el viajero y todos sus sentidos, con sus acabados de madera, alfombras tejidas a mano y un sinfín de controles del ambiente interior por citar algunos ejemplos.
La remodelación de este Boeing empieza ya por su capacidad: si bien los Boeing 787 pueden albergar unas 200 a 300 personas, en este modelo el número se reduce a unos 40 viajeros, cosa que facilita que el habitáculo sea más amplio y espacioso, sin renunciar a poder llevar acompañantes de viaje si así se desea, a parte de la zona con sillones premium para el personal de servicio. De entre las estancias de la aeronave destacan la impresionante suite doble con un amplísimo cuarto de baño hecho de mármol, con grandes espejos iluminados, una ducha doble y suelo de mármol con calefacción en algunas secciones. Terminado el baño, el huésped puede vestirse en el gigantesco vestidor adyacente que comunica con la habitación, también muy confortable.
Las demás zonas segregadas a bordo son un luminoso y espacioso salón lounge sin particiones con sillones individuales, sofás, televisores y demás aparatos de entretenimiento, todo esto sin olvidarse del salón-comedor situado en la parte trasera del avión, con mobiliario transformable en camas o mesas montables para la hora de comer. No hay duda que cada una de las estancias tienen un diseño moderno muy fresco y, sobretodo, especialmente luminoso, que recuerda al de un hotel lujoso, pero situado entre las nubes, que nada tiene que envidiar al resto de jets privados personalizados.
© Imágenes Boeing 787 Dreamliner
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